Al observar el comportamiento humano, he aprendido que la pregunta
«¿Esto terminará o no?» tampoco tiene respuesta. Una relación amorosa,
de amistad, o incluso profesional, es impredecible. Somos seres
caóticos.
Compartí esa reflexión con Estela, vinculándola con el tren que no podía
detenerse. Ella me comentó que existe un problema en computación llamado
HALTING PROBLEM
, o el Problema de la detención.
Turing demostró que no
puede existir un programa que prediga si cualquier otro programa se va a
detener
algún día. Lo entretenido (y esto no lo puedo describir del todo)
es que, según Estela, si se pudiese predecir la detención, entonces un
programa que debería detenerse no se
detendrá nunca. Es una paradoja. ¿Qué forma tiene un programa así? Yo lo
veo como otra manera de recursividad, porque la base del argumento es
que el programa «evaluador» se detiene si el programa que recibe no se
va a detener, y la manera de llegar a la paradoja es que el «evaluador»
se evalúe a sí mismo.
¿Qué
olvidamos al evocar un recuerdo? ¿Cuán diferente es nuestra memoria a
la de las máquinas? ¿Son acaso los recuerdos nuestra identidad o ella es
lo que se escapa por las grietas?
El día a día de estudiantes y profesores en una escuela flotante
sobre Santiago, en una realidad que alterna hologramas, prótesis
cerebrales y robots consejeros con un Chile detenido entre los años 80 y
90, es el marco donde la psicóloga Sofía Hesse tratará de rehacer una
vida resquebrajada, encontrándose de lleno con una trama de misterios y
maravillas: alumnos enmascarados, seres que no duermen y una mujer de
alas mecánicas.
Lloré sin consuelo sobre tu cuerpo eléctrico es un recorrido
por un laberinto narrativo hecho de diarios de vida y voces que no son
de este mundo, donde se cuestiona nuestra identidad y la naturaleza del
universo… pero, por sobre todo, es una historia de amor que traspasa
toda frontera imaginable.