Los ojos de La Muerte aún lo observaban con la fascinación de quien mira
por primera vez, sin la urgencia de la posesión. Sin embargo, algo había
cambiado en su forma de mirarlo, o eso le pareció a David. No se le
ocurrió ninguna palabra que pudiera describirlo. Pensó en la forma en
que los perros miran las pelotas cuando los humanos las mueven de un
lado al otro, esperando que se las lancen: los perros no anhelan la
pelota para que sea suya tanto como para que ambos jueguen con ella, y
así se sintió.
Rara vez elegimos morir
es una antología que indaga en el papel de la muerte en nuestras vidas,
utilizando la ficción especulativa para explorar las emociones que
provoca la reflexión sobre nuestra mortalidad.
En estos siete relatos, descubrimos: el destino representado como una
melodía cargada por nuestros propios fantasmas; jóvenes telépatas que
proyectan sus cuerpos y leen la mentes, mientras construyen laberintos
de recuerdos para protegerse de intrusiones; el tránsito a la pubertad
marcado por un pacto con La Muerte; la amistad como una obra de teatro
tragicómica sobre carencias; un hombre de semblante insípido que, al ser
confundido por otros, aprovecha para vivir distintas vidas; una
funcionaria del Registro Civil que descubre las consecuencias de alterar
actas de nacimiento y defunción; y una sociedad donde los secretos se
expresan públicamente a través de tweets cantados por aves azules.
Estas visiones plantean una pregunta fundamental sobre la naturaleza
de la amistad y cómo convivimos con las demás, sugiriendo una respuesta
tajante: la muerte lo abarca todo, aunque, en la mayoría de los casos,
elegimos vivir.